Para ingresar al contenido compartido que ofrece el sitio www.academia.edu , se requiere subir algún documento. Yo compartí un ensayo que realicé para una materia del primer semestre de mi carrera en la UNAM. Me ha sorprendido el número de consultas que el ensayo ha recibido. La mayoría de las visitas proviene, naturalmente, de Argentina, aunque hay consultas desde Colombia, Estados Unidos, Alemania y España. A continuación reproduzco ese ensayo, a fin de que tenga mayor difusión y pueda aprovecharlo quien pudiere hallarle algún uso.
INTRODUCCIÓN
Aunque limitada en extensión, la de Jorge Luis Borges es una de las obras más completas de la literatura universal. Su vastedad radica, entre otros elementos, en el profundo análisis de algunos de los grandes temas literarios: el tiempo, los laberintos, la otredad, los sueños. Si bien es verdad que escribió numerosos ensayos y dictó varias conferencias, es en su poesía y, ante todo, en sus cuentos en donde se manifiesta de lleno su genialidad para abordar esos temas.
No menos extenso ha sido el análisis que de su obra se ha realizado, a grado tal que resulta difícil aportar nuevos elementos al estudio que de la obra de Borges se ha hecho. El presente informe se suma a ellos y pretende mostrar que el cuento “El encuentro” se suscribe a la concepción que el autor argentino tenía acerca del tiempo. Considero que la presente investigación es relevante, toda vez que, debido a la naturaleza de ese relato, los temas que son comúnmente analizados en él son la otredad, la cosificación y el gauchismo. Es, en ese sentido, un esfuerzo por ampliar las dimensiones de análisis del cuento seleccionado.
Para probar la hipótesis anteriormente mencionada, se utilizará una metodología deductiva de análisis: comenzaré por exponer algunos elementos que permiten reconocer la concepción general del tiempo que tenía Borges y, posteriormente, procederé a analizar los elementos particulares del cuento “El encuentro” que permiten reconocer la concepción temporal borgiana. El análisis tiene por objeto, por una parte, ilustrar que la concepción del tiempo del autor bonaerense permea incluso en las obras cuyo tema principal no está relacionado con la temporalidad y, por otra, motivar el análisis de las obras borgianas a la luz de una perspectiva distinta a la convencional.
Este informe se encuentra estructurado de la siguiente manera: primeramente, se expone el concepto de tiempo en la obra de Borges; en segundo lugar, se analiza el tiempo en “El encuentro”, así como la relación intertextual de los personajes de ese cuento con el drama “Macbeth” de Shakespeare; finalmente, se recogen estos elementos y, con ello, se apuntala la conclusión.
CONCEPCIÓN DE BORGES ACERCA DEL TIEMPO
Es claro que para el autor argentino el tiempo no se comporta de manera lineal. Así, por ejemplo, en el cuento “El otro” se relata el encuentro de un Borges joven y uno viejo que son esencialmente el mismo. En “Tema del traidor y del héroe”, se exhibe una situación de repetición deliberada de un evento histórico. Es, no obstante, en el microrrelato “La trama”, donde se advierte con plenitud las referencias borgianas al eterno retorno:
Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena (cit. en Dimarco 23).
No debe entenderse, sin embargo, que Borges creyera en el eterno retorno. En su ensayo “Una vida de Evaristo Carriego”, señala una particularidad al respecto: llama «momentáneas identidades» al correr del tiempo y, más enfático aún (lo señala entre signos de admiración), agrega que no son repeticiones (Borges, Evaristo Carriego 35). Borges no cree en repeticiones exactas, sino en la similitud de situaciones. Javier Acosta indica, en su disertación respecto a la poética borgiana, de qué manera puede comprenderse esta diferencia sutil: «Digamos que no existen ni Edipo ni la Esfinge, sino el enigma que los convoca» (356).
El autor de El aleph expone con mayor claridad esta perspectiva en la colección de ensayos titulada Historia de la eternidad. En el ensayo “La doctrina de los ciclos”, Borges refuta la idea del eterno retorno, particularmente la concebida por Nietzsche. Para lograrlo, utiliza argumentos matemáticos (teoría de conjuntos de Cantor) y físicos (las leyes de la Termodinámica) (Borges, Doctrina de ciclos 81-93). Asimismo, en “El tiempo circular”, considera que la única concepción de repetición que es imaginable es la de ciclos que son similares, pero no idénticos; incluso, advierte que si los hombres comparten un destino, la historia universal es la de un solo hombre (Borges, El tiempo circular 99-105).
No menos útil resulta considerar la obra poética del escritor argentino. En particular, el poema “La noche cíclica” revela elementos de los dos ensayos mencionados anteriormente. El poema recupera algunos de los conceptos propuestos por Nietzsche en relación al eterno retorno; sin embargo, también son advertidas las discrepancias que el argentino tiene con el filósofo alemán, por lo que el poema es el resultado de las desavenencias intelectuales entre ambos (Molina 255-268).
EL TIEMPO EN LAS RELACIONES ENTRE LOS PERSONAJES DE “EL ENCUENTRO”
El relato hace múltiples referencias al tiempo: «El hecho aconteció, por lo demás, hacia 1910, el año del cometa y del Centenario», «el tiempo de los niños, como se sabe, fluye con lentitud», «[l]os años, claro está, no habrán dejado de exaltar o de oscurecer lo que vi». Es preciso, por tanto, definir el concepto de tiempo que se analizará en este informe. Examinaré el tiempo relacionado directamente con los personajes Duncan y Uriarte y, por extensión, el que atañe a Juan Almanza y Juan Almada.
Juan Almada y Juan Almanza fueron, de acuerdo con el relato, dos pendencieros que vivieron a finales del siglo XIX y que se buscaban mutuamente para aniquilarse porque la gente los confundía por la similitud de sus nombres. El primero tuvo una muerte natural; el segundo halló la muerte en unas elecciones, a causa de una bala perdida. Se caracterizaba Almada por utilizar una daga larga con una empuñadura con un gavilán en forma de «U», mientras que el arma de Almanza, más corta, tenía grabado un árbol.
Maneco Uriarte y Duncan son descritos, a su vez, como dos conocidos (amigos quizá) que vivieron a principios del siglo XX. En el clímax del cuento se relata que tras una discusión a causa de un juego de naipes, Uriarte reta a Duncan a batirse. El encuentro toma lugar: «Maneco Uriarte buscó el arma más vistosa y más larga, la del gavilán en forma de U; Duncan, casi al desgaire, un cuchillo de cabo de madera, con la figura de un arbolito en la hoja» (Borges, El encuentro 373). Uriarte mata a Duncan casi sin intención y con más remordimiento que gloria.
Las relaciones entre las dos parejas de personajes son evidentes. Almada y Uriarte eligen la daga en forma de «U» como arma; Almanza y Duncan, por su parte, prefieren la que tiene un árbol grabado. No es esta, sin embargo, la única coincidencia: Almanza y Duncan tienen una muerte violenta y sendos decesos son atribuibles a una misteriosa causalidad (una bala perdida para el primero; un asesinato sin intenciones para el segundo), mientras que Almada y Uriarte mueren de causas naturales[1].
A pesar de estas similitudes, las dos parejas de personajes guardan cierta distancia. Así, por ejemplo, Uriarte y Duncan no buscan enfrentarse durante toda su vida, como sí lo hacen Almada y Almanza, sino hasta el último instante. Sus querellas no provienen, como la de estos últimos, de alguna confusión entre los nombres, sino de una supuesta trampa en un juego de póker. Otra diferencia sustancial entre ellos es que, a diferencia de Almada y Almanza, ni Uriarte ni Duncan eran criminales. Finalmente, el encuentro fatal entre los primeros, aunque constantemente buscado, nunca se produce, mientras que sí ocurre para Uriarte y Duncan, a pesar de no ser intencional.
Tras este breve análisis, queda advertido que el concepto de tiempo que tenía Borges está ilustrado en “El encuentro”. Como fue expuesto en la segunda sección del presente informe, el autor argentino apela no al eterno retorno nietzscheano en el que todo se repetirá, sino a las variaciones que tienen lugar bajo una misma situación. Es justamente lo anterior lo que se observa en el cuento analizado: hay elementos que permiten establecer una relación de semejanza, pero no debe concluirse que se trata de una representación exacta que se repite, a la luz de los elementos que en cada situación son únicos.
SHAKESPEARE Y BORGES; MACBETH Y “EL ENCUENTRO”
Contraponiendo los personajes de “El encuentro” con los respectivos del drama shakespeariano Macbeth, es como mejor se advierte el concepto borgiano del tiempo. Para demostrar lo anterior, debe considerarse previamente la influencia que tenía sobre Borges la obra del inglés, para posteriormente retomar el análisis particular del tiempo en “El encuentro”. Antes que un gran escritor, Borges fue un inalcanzable lector. Él mismo señalaba: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; / a mí me orgullecen las que he leído” (Borges, Un lector 150). Toda su obra está salpicada de referencias a obras de otros autores, tales como Dante, Virgilio, Cervantes y Chesterton.
Especial atención merece el lugar que ocupaba Shakespeare en sus lecturas: en “Shakespeare y las unidades” advierte cómo el dramaturgo se desapega de las unidades aristotélicas (Borges, 33); “La memoria de Shakespeare” es un cuento donde Borges se cuestiona lo que ocurriría en caso de que alguien fuera capaz de poseer la memoria del ingenio inglés (Borges, 537-545); “Everything and nothing” narra una brevísima y fantástica biografía de Shakespeare (Borges, 40). En particular, Borges admiraba el drama Macbeth y deja constancia de ello, entre otros textos, en el poema homónimo de cuatro versos (Borges, Poesía completa 312) y en el Prólogo que hace de esa obra dramática (Borges, 206-212).
Una vez que el vínculo entre Shakespeare y Borges ha sido establecido, queda preguntarse cuál es el interés de esta relación para el presente análisis. No es difícil creer que el nombre del personaje Duncan en “El encuentro” haya sido tomado por Borges del homónimo que aparece en el drama Macbeth. De esta manera, la concepción del tiempo que tenía el autor argentino puede entenderse no solo entre las parejas Almanza-Almada y Duncan-Uriarte, sino hacerla extensiva al par Duncan-Macbeth.
Además de la obvia coincidencia de nombres entre el Duncan argentino y el Duncan escocés (mismo característica, por lo demás, que comparten Almanza y Almada), los dos comparten el hecho de haber sido asesinados. Ambos crímenes, a su vez, también son semejantes, pues son cometidos con un arma blanca (una daga para el primero y una espada para el segundo) por una persona que hasta algunos instantes antes había sido considerado un amigo. Hay, incluso, cierta relación de las últimas palabras de argentino con la muerte del rey: este es asesinado mientras duerme; aquel muere después de decir «Todo esto es como un sueño» (Borges, 375).
No menos complicado resulta advertir las relaciones de similitud entre Maneco Uriarte y Macbeth. Sin llegar a la identidad, existe cierta afinidad fonológica en los nombres de Maneco y Macbeth. Además, ambos se convierten en asesinos, se lamentan de haber cometido el crimen y cumplen con un aciago destino (a uno se lo han profetizado las brujas, el otro no tiene la certeza de qué fue lo que lo conminó a matar). En el cuento analizado hay un indicio más deliberado de esta relación: cuando Uriarte eligió la daga más larga, alguien «dijo que era muy de Maneco elegir una espada». Debe recordarse que es justamente con esta arma con la que Macbeth asesina a Duncan.
EL TIEMPO EN “EL ENCUENTRO”
Las relaciones de semejanza entre los personajes de Macbeth y los de “El encuentro” son, si no vastas, esenciales. Dichas relaciones han sido consignadas en el apartado anterior. Hay, además, semejanzas que pueden ser consideradas ya no en una comparación uno a uno, sino tomando como conjunto a los dos grupos de tres personajes. Por ejemplo, el trío Duncan-Almanza-Duncan comparte la desgracia de haber sido asesinado; a su vez, Macbeth-Almada-Uriarte son homicidas y utilizan un arma blanca larga para cometer sus crímenes.
Al interior de cada triada existen, sin embargo, multitud de diferencias. Así, entre Duncan (rey) y Almanza apenas existe la relación de haber sido asesinados y difieren en el resto de sus características; Almanza es muerto por una bala y ambos Duncan por el filo de un arma; el primer Duncan es rey de una nación, mientras que el Duncan argentino carece de cualquier título. En la triada Macbeth-Almada-Uriarte abundan también las diferencias: Macbeth es asesinado y Almada muere de causas naturales; Almada era un bravo y Uriarte era un cobarde («[a] nadie le asombró que le temblara en aquel momento la mano» [Borges, 373]); Macbeth asesina al rey para detentar ese título, mientras que Uriarte mata a Duncan sin un motivo claro.
Tomando en cuenta el análisis previo de los personajes al interior del cuento y la relación que guardan con los de Macbeth, se advierte que “El encuentro” es una singular ejemplificación de la noción que Borges tenía del tiempo: una repetición de algunos de los elementos, con una esencia escénica similar, pero cuyas diferencias permiten escindirse del pensamiento del eterno retorno. La historia no es, pues, en el pensamiento borgiano, un conjunto de repeticiones pormenorizadamente exactas de diferentes situaciones, sino secuencias de eventos que guardan ciertos paralelismos y que se diferencian en los detalles. En este sentido, Macbeth-Almada-Uriarte y Duncan-Almanza-Duncan no son, en sendos grupos, los mismos, pero comparten el mismo destino.
CONCLUSIONES
Es común considerar la noción que Borges tenía del tiempo como inscrita a la circularidad del perpetuo retorno. Aunque útil, esta idea resulta inexacta, toda vez que para el escritor bonaerense el tiempo transcurría más bien, y si deseamos conservar el espíritu geométrico, en espiral: hay eventos (en términos esenciales) que se repiten en diferentes escenarios, pero en ningún caso ocurren dos situaciones idénticas. Son, si se quiere, iguales en esencia y diferentes en forma.
Deliberadamente, pero sin llegar a ser explícita, Borges ilustra esa idea del tiempo en el cuento “El encuentro”. Uriarte y Duncan mantienen ciertos paralelismos con Almada y Almanza, similitudes a nivel esencial, pues comparten su fatalidad. Iguales en destino, las parejas Uriarte-Almada y Duncan-Almanza difieren en elementos secundarios. Tomando por innegable la influencia de Shakespeare sobre Borges y llevando a cabo las relaciones expuestas en el presente informe, es posible advertir que esta identificación-en-lo-general/diferenciación-en-lo-particular se mantiene e incluso se exacerba.
Obras consultadas
Acosta Escareño, Javier. “Borges y la poética del retorno”. Schopenhauer, Nietzsche, Borges y el eterno retorno. Tesis doctoral. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2007. Web. 27 abr. 2014. < http://eprints.ucm.es/7763>
Borges, Jorge Luis. “El encuentro”. Cuentos completos. México: Lumen, 2011. 371-377. Impreso.
-----. “El otro”. Cuentos completos. México: Lumen, 2011. 425-434. Impreso.
-----. “El tiempo circular”. Historia de la eternidad. Barcelona: Debolsillo, 2011. 99-105. Impreso.
-----. “Everything and nothing”. El hacedor. Madrid: Alianza, 2003. 40. Impreso. Biblioteca Borges.
-----. “La doctrina de los ciclos”. Historia de la eternidad. Barcelona: Debolsillo, 2011. 81-93. Impreso.
-----. “La memoria de Shakespeare”. Cuentos completos. México: Lumen, 2011. 437-445. Impreso.
-----. “Macbeth”. Poesía completa. Barcelona: Debolsillo, 2013. 312. Impreso.
-----. “William Shakespeare: Macbeth”. Prólogos con un prólogo de prólogos. Madrid: Alianza, 1998. 206-2012. Impreso. Biblioteca Borges.
-----. “Shakespeare y las unidades”. Cuadernos 87 (1964): 33. Impreso.
-----. “Tema del traidor y del héroe”. Cuentos completos. México: Lumen, 2011. 177-180. Impreso.
-----. “Un lector”. Elogio de la sombra. Buenos Aires: Emecé, 1969. 150-152. Impreso.
-----. “Una vida de Evaristo Carriego”. Evaristo Carriego. Madrid: Alianza, 1998. 35. Impreso. Biblioteca Borges.
Dimarco, Rubén. “Marcas psíquicas y el debate entre el determinismo y el acontecimiento”. Revista de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo 24.2 (2001): 17-46. Impreso.
Molina Jiménez, María Belén. “El mito del eterno retorno en La noche cíclica de Jorge Luis Borges y en El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez”. Actas del XXXVII Congreso Internacional de la Asociación Europea de Profesores de Español. Ed. José Luis Molina Martínez. Murcia: Universidad de Murcia, 2002. 255-268.
Centro Virtual Cervantes. Web. 27 abr. 2014.
Shakespeare, William. “Macbeth”. Macbeth. El mercader de Venecia. Las alegres comadres de Windsor. México: Época, 2010. 16-70. Impreso.
[1] Es
verdad que Borges no consigna la muerte de Uriarte; sin embargo, dado que nada
menciona al respecto el relato, puede suponerse que tuvo una muerte natural,
quizá una no violenta. Considérese que, para evitar su detención y tal vez su
muerte, todos pactan mentir para defender a Uriarte.